Cuando surgen conflictos la comunicación entre las partes se deteriora y la manera en la que se puede lograr un distanciamiento emocional y evaluar el conflicto desde otra óptica es a través de la figura del mediador.
Habrá negociación si hay conversación y ésta será la tarea del mediador. Diagnosticar el conflicto y analizar cuáles son las posibles desavenencias a fin de encontrar un equilibrio.
El mediador separa a las personas de los problemas, humaniza a las partes, identifica los intereses y necesidades. Evalúa los puntos en común a través de esa identificación de los intereses y necesidades, y los potencia.
Las partes acercarán posturas siendo conscientes de qué es lo que les ha pasado y escucharán las alternativas que les propone el mediador, alternativas a las que no habrían sido capaces de llegar porque estaban aferrados a sus ideas.
«Contar la vivencia del conflicto, el sentirse escuchado es una oportunidad que no se les brinda tan ampliamente a las partes en un proceso judicial. Los mediados quieren sentirse escuchados.»
A través de entrevistas personales (caucus) y sesiones conjuntas en las que se realizan varios tipos de preguntas, ya sean reflexivas, circulares, de afirmación, etc… el mediador analiza las posturas opuestas y distancia a las partes del conflicto, las separa de su círculo vicioso.
Los mediados han de ser capaces de verse desde fuera como si fueran terceras personas, apartándose de las emociones, habilidad del mediador, entre otras, y conocido con la expresión “Subir al balcón”, de William Ury, que consiste en tener en plena negociación la capacidad para distanciarte un poco y pensar a fin de obtener una visión más allá de lo que ven las partes, analizando todos los detalles desde arriba ya que desde abajo se pierde toda la perspectiva. Ser capaces de vernos desde fuera y apartarse de las emociones y así bajar con los detalles e información para encauzar a los mediados en su obtención de tomar nuevas decisiones y alternativas.